141 + 126

Hoy por hoy, la suma no puede ser resuelta. Es curioso pensar que las historias más emocionantes que he vivido hayan comenzado siempre mientras bajaba una escalera. Por suerte, la vida y sus circunstancias no dejan de sorprenderme...

Con una pegatina en el pecho, como si se tratara de un código de barras, juego a ser un "chico de contrabando". Tras ese papel adhesivo, ginebra con limón y un sin fin de brindis hasta que al cruzarnos nos buscamos con los ojos. La música se detiene por nosotros. Yo tomo
la iniciativa proponiéndole un juego y su participación, rápida respuesta, nos sitúa frente al espejo. Un aroma que no puede ser igualado, primeras palabras e impresiones, varias risas sinceras y el contacto. Hacía tiempo que el corazón no me latía con tanta fuerza. Parece especial. El momento queda pospuesto por circunstancias y vuelvo a casa (¡andando!).

Preoperatorio con comunicación no verbal. Y configuración hasta que llega la última noche del invierno y primera de la primavera. Nuestra aproximación me hace pensar que es mejor tarde que nunca, y fijamos cómo. Más tarde, "voz en off". El juego se reanuda con una intención muy evidente. Roces, besos, caricias y un golpe. Aunque normalmente nadie lo consigue, esta vez él, siendo él, logra ponerme nervioso al sacarme a bailar y retenerme para que no me escape.

Poco después, Cleo, Teté, Maripí, Pelusín, Coletas y Cuquín nos echan a la calle. Los dos reconocemos que no nos gusta el amanecer, pero hoy parece no molestarnos. "Mercedes", que es hija de millonarios, nos espera en la calle desde hace rato. Ella, vestida de rojo, se encarga
de llevarnos a casa, y de camino, nos hace saber que antes de que él y yo nos conociéramos, ya estábamos muy cerca el uno del otro.
Este dato supone mucho. Contrarrestamos al frío al pensar en ello. Luego vamos del 39 al 5 en un minuto. El gato se esconde mientras tomamos agua. Calor. 8, 9, 10 y 11.
[...]
Lavanda en él. Conversamos íntimamente y jugamos. Es especial. Nos regalamos más tiempo durmiendo juntos.
12, 13, 14 y 15. Después de todo y durante el resto del día yo me siento "aketaminado", más contento que un pato.

Dicen que descubrir a alguien durante la fase de luna llena marca, y que si ocurre por la noche puede ser mágico.
Yo lo creo firmemente.


Francisco Cesteros — Valladolid, 25 de marzo de 2008.