COLECCIONABLES

Una rosa roja no debería significar más que lo que es: una rosa roja. Parece mentira cómo hemos destruido la verdadera esencia de las cosas...
Por enésima vez, afirmo que el problema no está en el gesto en sí, sino en la libre interpretación de quien lo recibe. De ahí, la necesidad de volver a verte. Por un instante, siento que formo parte de algo que no me gusta, de algo que está muy alejado de lo que realmente pretendo. Y todo queda claro después. Yo creo que en el fondo los dos necesitábamos hablar claro. Con los días, encontrarnos es como verte doble,
¡y sin estar borracho! Era de esperar que "Mercedes" cambiara. Cuando vuelves a ser uno, a veces tus miradas son frías, y muy secas tus palabras. Ésto hace daño, pero entiendo que sea así. Tampoco tengo derecho a pedirte que cambies; nunca lo haría, ni contigo ni con nadie. Dejaré que te vayas y, después, también me iré yo.

Ocurrió durante el ensayo general de la Gala de los Premios de la Música. Con la escaleta en una mano, busco las butacas que me habían asignado para recrear los momentos de cómo algunos artistas podrían recibir su premio. Durante el descanso, comenzamos a hablar...
De los ocho galardones, el mejor fue el tuyo, sin duda.
Buscar la sombra de un lugar en medio de la noche es lo más inocente que podíamos hacer. Trae a mi memoria tiempos inolvidables.
Es positivo. Y es como volver a sentir que estoy haciendo algo prohibido. Puedo disfrutar de ello aun sabiendo que corremos cierto riesgo
en una ciudad como ésta. Por éso sonrío. Sé que la cosa tiene fecha de caducidad, porque entiendo que Salzburgo no está aquí al lado que digamos, pero si hace falta, antes de que todo acabe, nos vamos a Jordania y buscamos el peligro, que tanto te gusta.

Desde hace poco más de un mes colecciono momentos que antes no habría podido hacer frente. Me pruebo a mí mismo, y me entreno
en el convencimiento de que la próxima entrega será mejor. Poco a poco me voy acostumbrando, pero es difícil, la verdad. ¿Por qué habrán cambiado tanto las cosas? Generalmente, la gente teme el futuro. A mí ahora me apetece hacer avanzar las agujas del reloj con violencia porque el presente me asusta. ¡Qué paradoja!

Son tantas cosas...


Francisco Cesteros — Valladolid, 30 de abril de 2008.